Me uní a la lucha por los permisos pagados después de ver el documental Zero Weeks y me enteré de lo mal que se comparan las políticas de permisos pagados en Estados Unidos (o la falta de ellas) con el resto del mundo. Personalmente, he experimentado tantas desventajas debido a que no sabía cuales eran mis derechos sobre los permisos pagados, y a que existen demasiadas barreras para acceder a ellos.

Hace varios años, cuando estaba embarazada y trabajaba en una cafetería mientras sufría graves náuseas matutinas, pensé que mis opciones eran ir a trabajar enferma o quedarme en casa y perder un cheque de pago. Mi esposo acababa de perder su trabajo, así que quedarme en casa no era un lujo que pudiera permitirme.

Años más tarde supe que podría haber solicitado el Seguro Estatal de Discapacidad. En ese momento, no tenía idea de que había estado pagando al Programa Seguro Estatal de Discapacidad de California (SDI) durante más de 4 años y era elegible para un permiso pagado.

Cada vez que tenía un hijo, mi esposo no era elegible para los permisos pagados, así que aunque ambos habíamos estado pagando al programa SDI de California durante años, él todavía tenía que volver a trabajar. Tuve que adaptarme mental y físicamente a tener un recién nacido y ser madre sin el apoyo que necesitaba.

No haber podido tener a mi esposo conmigo durante el período posparto fue extremadamente difícil. Los constantes despertares nocturnos y los despertares diurnos para amamantar y cambiar pañales, la lucha de meses para que mi propio cuerpo sanara del parto, el no contar con apoyo en casa significaba que me levantaba mucho y hacía muchas cosas por mi cuenta. El estrés y el agotamiento eran tan abrumadores que terminé teniendo depresión y ansiedad posparto. Mi esposo también estaba agotado por el transición y tratando de ayudar con el bebé por la noche que empezó a tener dificultad en el trabajo, lo que le estaba causando estrés adicional.

Comencé a compartir mi experiencia con otras madres y descubrí que no estaba sola. Hay cientos más como yo.

El hecho de que California y los EE. UU. estén de acuerdo con la falta total de apoyo adecuado para las familias y las madres es espantoso, y muestra que nuestras prioridades están fuera de lugar como estado y como país. Las personas que están dando a luz al futuro de nuestra nación merecen tener una transición más fluida hacia la paternidad/maternidad y la vida familiar, una en la que los resultados de salud mental, física y emocional de padres e hijos mejoren porque una política nacional de permisos pagados nos permite a todos tomarnos el tiempo que necesitamos para vincularnos, sanar y adaptarnos.

Se han realizado investigaciones a nivel mundial que demuestran los resultados positivos que tienen las políticas nacionales de permisos pagados en la salud pública, la economía, el desarrollo infantil, las relaciones domésticas y muchas otras áreas. Esto no es ciencia espacial. Los permisos con goce de sueldo es un derecho que millones de personas en todos los países industrializados del mundo, excepto en los EE. UU. Esto debe cambiar.

Decidí convertir mi enojo en acción uniéndome a la Coalición de Trabajo y Familia de California para ayudar a abogar por mejores políticas de permisos pagados en los EE. UU. No puedo quedarme sentada esperando que nuestros legisladores creen leyes pensando en personas como yo. Es hora de que todos demos un paso al frente y usemos nuestras voces para lograr el cambio que necesitamos.

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